Rosendo Fraga (h)
Director de Análisis e Investigación en gormanlee.com

La Universidad de St. Gallen acaba de publicar la cuarta edición de su Elite Quality Report (EQR) 2023, un ranking que clasifica a las élites de 151 países de acuerdo a cuánto valor generan o extraen de sus sociedades.

El EQR define a una élite como grupo estrecho que maneja los negocios más redituables de una economía y que es capaz de acumular riqueza con éxito. En el caso de Uruguay, el reporte difundido a comienzos de mayo muestra una mejora de 13 posiciones, de la 51° alcanzada en 2022 a la actual 38°. Con este resultado, la élite uruguaya obtuvo un rendimiento similar al de Hungría (37°) e Indonesia (38°). Esto le permitió ubicarse por tercer año consecutivo entre las élites de calidad, es decir las que están por debajo de las de muy alta y alta calidad, pero por encima de las de calidad media y las rezagadas, el último rango. Para el EQR, una élite se considera de alta calidad cuando los modelos comerciales que ejecuta crean más valor para la sociedad del que se apropia. Al contrario, una élite será de baja calidad cuando opere modelos en los que el valor que extrae es mucho más alto que el valor que aporta.

Los 54.2 puntos obtenidos en esta edición por la élite uruguaya representan el segundo año consecutivo de mejora desde 2021, cuanto alcanzó los 49.6 puntos y la posición 61°, entre Perú y Mongolia. ¿Dónde reside la mejora? Las 130 variables que componen este índice se agrupan en dos pilares: el de Valor y el de Poder. El primero (Valor) está vinculado al resultado de las actividades productivas de estas élites y cómo todo ese proceso aumenta el tamaño de la torta económica a repartir entre la sociedad. El segundo (Poder) refleja la capacidad que tienen las élites para hacer cumplir sus preferencias y está relacionado con la extracción de ese valor. Aunque en este pilar Uruguay mejoró catorce posiciones, de la 43° a la 29°, es por su capacidad para generar valor donde se sustenta la buena performance de la élite uruguaya, que pasó de la posición 83° a la 49°.

Aunque estos resultados son muy positivos, hay otros que no lo son tanto. El EQR ha incorporado desde 2022 el barómetro de creación de valor NextGen, un subíndice que pone el foco en las 33 variables que miden la creación de valor no solo para las generaciones actuales, sino especialmente para las jóvenes y futuras. La idea detrás de esta medición es determinar si estas élites están satisfaciendo sus necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de hacer lo propio.

En el caso de Uruguay, su élite ocupó en el barómetro NextGen de este año la posición 57°, lo que representa una caída de cuatro posiciones respecto al año pasado (53°). La variación se explica por una caída en el pilar de Ecología y Capital Natural, que agrupa las variables que evalúan en qué medida los modelos comerciales de la élite dominante agotan o preservan los recursos naturales y los ecosistemas para las generaciones futuras. La caída en este caso puntual fue de la posición 64° a la 113°, casi cincuenta lugares, una baja que también se observa en Brasil (-76) y en menor medida en Paraguay (-26) y Argentina (-35).

La incongruencia entre lo que la élite uruguaya genera en el tiempo presente (38°) y su compromiso con el futuro (53°) es más habitual de lo que podríamos imaginar. La élite estadounidense, por ejemplo, se ubica entre las de alta calidad (21°), pero cuando se la evalúa por su compromiso con las generaciones futuras se desploma al puesto 76°. Por este motivo, el Elite Quality Report nos habla de la necesidad de establecer un nuevo contrato generacional que busque armonizar estos dos intereses en pugna y en donde, sin lugar a dudas, también entrará en juego la capacidad de negociación política de las sociedades modernas.